La cocina granjeña es muy parecida a la de los pueblos que la rodean, tanto extremeños como andaluces. Al ser ésta una zona eminentemente agrícola y ganadera, son muchos, variados y suculentos, los platos que se pueden degustar, basados todos en productos de la tierra.
De los productos cultivados en tierras de secano, destacamos el garbanzo, con el que se hace el típico cocido, además del potaje acompañado de bacalao y espinacas, consumido principalmente en Semana Santa.
Debemos hacer mención a las sopas de pan y ajo, las migas y el gazpacho. Las primeras, típicas de los meses invernales y el último aunque se suele tomar durante todo el año, es más típico durante el verano.
De los platos de origen animal, destacamos el cochofro granjeño, realizado con carne de cordero.
Del cerdo, cuando aún es pequeño, destacamos las famosas tapas de lechón. De mayor, ya en los meses invernales se producen las tradicionales matanzas caseras, realizando embutidos como, chorizo bueno, de patatas, salchichón y morcillas de arroz y calabaza. Por supuesto, una vez curados, se degustarán los jamones.
De la carne de caza, destacar la liebre, el conejo, palomas y perdices.
No debemos olvidar, algunos productos silvestres, cómo berros, espárragos, setas y hongos, que crecen espontáneamente en nuestros campos durante la primavera y el otoño.
En cuanto a postres, se degustan: “Obispos” en Semana Santa, “Natillas” el día de la Cruz y “Gachas” o “Espoleá”, durante los meses de invierno.
La repostería, típicamente casera es común de la zona, destacamos roscos fritos, gañotes, flores, buñuelos de miel, tortas de chicharrón y gran variedad de bizcochos y tartas.